APUNTES DE INTEGRIDAD

Tras casi un millón de años como especie, según la antropología del S. XXI, la entropía (1) del humano tomada como medida del desorden de sus especímenes, ha ido creciendo paulatinamente de época en época, cabría decir de generación en generación y en progresión geométrica entre los S. XX y XXI.

Y no creo aventurado decir que el aumento de esta entropía ha tenido lugar en proporción directa al proceso de civilización del individuo, a su civilización como conjunto humano del planeta, dejando a salvo los conceptos de civilización o de cultura referidos a entornos más reducidos y próximos temporal y territorialmente, y ello porque para comprender la idea que pretendo exponer se hace necesario subir un peldaño, o dos, en el escalón de la atalaya que contempla la humanidad como conjunto homogéneo en su sustancia pero heterogéneo en su composición.

Mi aseveración relativa a la entropía, al desorden de sus especímenes, puede parecer absurda o cuando menos incómoda, puesto que por un lado la Ciencia, el conocimiento ordenado de las ideas, y por otro el Derecho, como ordenamiento jurídico de los actos del hombre, no han sino introducido orden en los dos adjetivos que lo cualifican, pensamiento y gregarismo, capacidad de pensar y de socialización. Eso es cierto, nadie podría negarlo salvo que lo hiciera gratuitamente, pero es que entre las adjetivaciones del ser humano no solo está el conocimiento y la socialización, hay otras muchas que desde luego no voy ni pretendo agotar, pero si voy a resaltar una en especial, la ÉTICA, las formas del comportamiento, de las relaciones entre humanos, más hallá de su nacionalidad, lenguaje, etnia, religión o ideología.

Y digo más allá de todas estos condicionantes que acompañan al individuo, que condicionan y modelan su personalidad, su educación y su carácter, incluso en algún caso extremo su pensamiento, su forma de pensar, su ideología, digo más allá, repito, porque el humano antes que a una nación, país, cultura o civilización pertenece a una especie única, cuyo origen hoy por hoy se afirma troncal y colectivo y esa ética nos debe alcanzar a todos nosotros sin distinción.

Yo me pregunto muy a menudo qué es aquello que, desde una perspectiva ética, nos caracteriza a todo el género humano. Cabría tomar como punto de partida múltiples atributos, pero yo me voy a centrar en uno, la integridad, esta adjetivación de la persona que está más allá de la moral, de las diferentes morales que en el tiempo y en los territorios han tratado de minarla. Debemos hacer todo lo posible por defenderla y conservarla, es consustancial al hombre como ente racional e intelectivo (2). Por un lado las distintas ideologías, al igual que las religiones, que en la historia de la humanidad han sido, recordemos al “Animal divino” del profesor Gustavo Bueno (3) han creado peculiares morales cercenando en parte la ética que cabría deducir de un también discutido y discutible “derecho natural” para establecer diferencias en los comportamientos en razón del grupo tribal en el que se adscriba cada persona. Así el islamismo, el judaísmo, el cristianismo con sus distintos componentes, el hinduismo, el brahmanismo y en lo ideológico el socialismo, el comunismo, el liberalismo y el conservadurismo y otros muchos “ismos” han introducido sus distintas morales para crear vínculos de unión entre sus fieles y fronteras divisorias contra sus ajenos, cada uno en su cátedra contra el resto de estamentos. Es indudable que en éste ámbito la entropía, el desorden, la diversificación han prosperado frente al Derecho y a la Ciencia.

Por ello profeso que si hay algo que tiene conectado al género desde los tiempos e imbricado en cada persona desde su nacimiento es la integridad, considerada como la condición ética por la que cada uno debe mantener el perfecto equilibrio entre sus actos y su conciencia, una conciencia que ha de partir de una clara y diáfana distinción entre el bien y el mal por encima y al margen de cualquier normativa positiva y debe estar acorde con un posible y deseable derecho natural. Se impone pues precisar los términos en que yo concibo la integridad. La definición del DRAE como la cualidad de una persona: recta, proba, intachable nos puede servir como un punto de partida, pero es necesario desarrollarla, establecer cuales son las condiciones para considerar a la persona como recta o proba y para ello el mejor camino es partir de cuales son sus convicciones o cómo llega hasta ellas. Cada uno de nosotros tiene sus convicciones, aunque algunos no sean conscientes de tenerlas ni identificar cuales son, pero todos las tenemos en mayor o menor grado. Convicciones son, a nuestros efectos, aquel conjunto de ideas, creencias o conocimientos que cada persona asume, admite o reconoce como válidas, como verdaderas (aunque no lo sean). El error, que es consustancial al humano, no condiciona su integridad pero lo verdaderamente fundamental es cómo ha llegado esa persona a asumir o compartir esas convicciones.

Cuando escribo estas líneas, plenos años veinte del siglo XXI de nuestra era, la proliferación de las redes sociales y la facilidad de acceso de cada uno a sus contenidos propone, quizá como yo estoy haciendo en estos momentos, que la difusión de noticias, de ideas, de opiniones, que no son lo mismo, de origen desconocido proliferen de forma indiscriminada cautivando el sentimiento, que no siempre el raciocinio de los que a ellas acceden. Los canales de televisión, la prensa impresa o digital y los demás medios de comunicación puede, apreciado lector, dejarlos incluidos en el amplio concepto de redes sociales. Por ello para mantener impoluta nuestra integridad es muy sano utilizar el viejo método de la duda, ponga Vd. una duda en su lectura y navegue con ella hacia la verdad.

Noticias – Ideas – Opiniones

1º.- La convicción debe ser el resultado de la evolución desde la duda.

Cuando utilizamos lo que entendemos por criterio propio, buscando información, comparando fuentes y contrastando noticias, llegamos a construir nuestra creencia aunque hayamos caído en el error, el error es humano y en él se han basado grandes descubrimientos científicos. Nuestras convicciones deben nacer por tanto de nuestras dudas como consecuencia de haber puesto en tela de juicio la información recibida y con ello estamos construyendo muros intelectuales para mantener intacta nuestra integridad.

2º.- Nuestras responsabilidades deben construirse desde nuestras convicciones.

Cada vez que hacemos nuestra una convicción, y por ella debemos entender cualquier idea, creencia o información que consideremos veraz, útil y benevolente, hemos establecido una regla más de nuestra ética, y como el conjunto de convicciones con que cuenta cada persona es diverso, amplio y personalizado por él mismo, su ética le implica obtener de cada una de esas reglas una responsabilidad consecuencia de su aceptación como auténtica. Es otra salvaguarda de nuestra integridad.

3º.- Desde nuestra responsabilidad hacia nuestras obligaciones.

Es consecuente, en la medida que tomo conciencia de mi responsabilidad debo tener presente cuales son mis obligaciones, aquellas que se derivan precisamente de esa responsabilidad, observarla ejerciendo acciones acordes con ella y omitiendo las que sean contrarias a su enunciado. Es un principio de coherencia que conforma nuestra integridad.

4º.- Mis derechos son los hijos de mis obligaciones.

Es la cara y la cruz, el haz y el envés, el yin y el yang (4). No es lícito pretender reivindicar nuestro derecho, si no aceptamos cuales son nuestras obligaciones, su reconocimiento y aceptación legitima y sacraliza la defensa de nuestros derechos y este nexo, esta relación o vínculo entre dos contrarios inseparables está siendo objeto de muchas vulneraciones dentro de lo que he descrito al principio como entropía del humano, desorden ligado al florecimiento de la civilización, de la cultura y crecimiento demográfico de este planeta llamado Tierra.

La integridad puesta en peligro.

1Medida del desorden de un sistema

2 Que tiene virtud de entender. Facultad de entender.

3 https://www.filosofia.org/rev/bas/bas21912.htm

4Según esta idea, cada ser, objeto o pensamiento posee un complemento del que depende para su existencia y que a su vez existe dentro de él mismo.

2 pensamientos en “APUNTES DE INTEGRIDAD

  1. Gracias querido MAESTRO.
    EL mundo esta lleno de esos contrarios o duales, el bien y el mal, el frío y el calor, la luz y la oscuridad, el placer y el dolor, el sonido y el silencio, el norte y el sur, el amanecer y el ocaso, EL PRINCIPIO y EL FIN, estos últimos en matúscula por estar basados en un único y básico DUAL, la vida y la muerte.

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